Su figura no era ni grande ni pequeña. Tenía unos senos hermosos. Quería besar esas piernas, lamer esos brazos, disfrutar de su carne. Poder disponer libremente de su hermoso cuerpo.

Narraré a continuación un recuerdo sumamente doloroso que quiero compartir con ustedes. Esta memoria consiste en la primera y única vez que me enamoré profundamente de alguien. Nunca amé a una mujer tanto como a ella. Nunca estuve tan enamorado de una dama. Es este un relato romántico, pero con ciertas tendencias que pueden ser consideradas perversas o degeneradas por el lector. Sugiero que tengan cuidado al leerlo ya que pueden excitarse a tal punto de arrancarse las vestiduras y masturbarse furiosamente hasta el día siguiente en medio de un pentagrama dibujado con sangre de gallinas y con 64 budines colgados del ventilador. Comenzaré a continuación la ofuscada y oscura narración.

En este mundo aprendí que lo mejor que se puede hacer es aislarse y tener el menor contacto con las demás personas. La gente puede lastimar, y no vale la pena correr ese riesgo. Es a partir de éste amor no correspondido que comencé a aplicar esta filosofía.

Eran mediados de noviembre de 2007 y durante esos días hacía un calor insoportable. En ese entonces todavía me encontraba yo en la secundaria. No podía dejar de mirar a esa compañera que tanto amaba. La amaba muy intensamente, pero nunca había tenido buena relación con ella. En realidad, ni siquiera había hablado con ella nunca aunque estaba en mi mismo curso. No se me acercaba porque sabía (no se como) que me encantaba penetrar pan dulces o budines a las 3 de la mañana mientras miraba extracciones de tumores cerebrales en youtube. Hasta que un día me cansé de estar lejos de ella y decidí mostrarle mi amor, pero de una manera tierna y romántica, para que ella cambiara la mala imagen que tenía de mi. Y entonces elaboré un plan para que su delicada vagina pudiera estar entre mis labios y mi lengua pueda acariciar su clítoris.

La tarde en que había elaborado el plan estaba feliz, convencido de que resultaría y en un estado de euforia me lubriqué la pija con leche condensada. El plan consistía en una carta de amor con un elemento extra que reforzara y confirmara lo que decía la carta. Se la entregaría cuando esté sola, me arrodillaría y le pediría que comparta su sangre con lucifer, tal como lo hacía yo todas las noches. El elemento extra consistía en un frasco con mi propio semen, para que ella pudiera analizarlo y apreciar su hermosa consistencia.

La convencería de recibir transfusiones del mismísimo Satanás, para gozar de orgasmos múltiples y poder tener consoladores enorme. Creí que este plan sería infalible. Pero no salió de acuerdo a lo planeado. Permítanme contarles lo que sucedió cuando lo puse en acción.

Aquel 14 de noviembre fue una día nefasto. Era la hora del almuerzo. Comí lo mas rápido que pude y esperé a que ella terminara de comer. La esperé en el aula. Ella siempre se dirigía al aula y se quedaba allí sola, haciendo la tarea de matemática (porque justo teníamos matemática luego de almorzar y era muy vaga la chica esta). Estaba parado en el medio del aula, con el frasco cerrado y la carta, esperando ansiosamente su llegada. Me tenía fe.

Cuando entró finalmente, me miró con desconfianza. En ese momento corrí hacia ella, me arrodillé, tomé fuertemente una de sus delicadas manos y coloqué violentamente el frasco y la carta. Ella me miro, muy extrañada, y me dijo “que estas haciendo? Que es todo esto?”
Yo le contesté, desencajado y fuera de mi: “no puedo evitarlo. Te amo profundamente. Te necesito flaca. Cuando estoy sin vos no puedo respirar. La carta expresa lo que siento por vos.”
Abrió la carta y la leyó detenidamente. Sonrió. Exclamó entonces “pensé que eras un degenerado, pero sos muy dulce!. Y esto que es?” (haciendo referencia al frasco).

“El frasco contiene lo necesario para que podamos estar unidos eternamente con Lucifer. Si, esta noche vamos a sentir los dos su calor y su intensa oscuridad. Nos va a llenar de placer, de gozo, de maldad....El frasco tiene mi propio semen, necesario para que te lo pases por las tetas mientras estés acostada en al altar, justo arriba del pentagrama hecho por las rosas negras que nos protegerán mientras el ritual se esté llevando a cabo. Podemos empezar ahora mismo, no hace falta esperar hasta la noche.” Le dije estas palabras casi gritando, mirándola fijo a sus ojos casi sin parpadear y aferrado fuertemente a sus delicadas manos.

Ella se soltó abruptamente y me pegó un cachetazo que devastó mi corazón. A continuación me dijo: “que hace hijo de puta? Quien mierda te que creés que sos? No me vuelvas a dirigir la palabra sorete!”. Pero no terminó ahí. Me empujó y tiró el frasco por la ventana (el aula estaba en un primer piso y daba a la calle). Rompió la carta y finalmente exclamó: “No te me vuelvas a acercar”.

Cerró la puerta de un portazo y se fue, dejándome a mi solo en el aula. Salí corriendo detrás de ella, la agarre del brazo y le dije “pará flaca. No puedo vivir sin vos no te das cuenta. No puedo dejar de mirarte, no puedo dejar de amarte, y ano aguanto mas esto”. Ella se soltó otra vez, me dio un segundo cachetazo y se fue. Yo quedé ahí solo, destrozado. Y asi culmina esta trágica historia de amor. Espero que algún día pueda perdonarme. Todavía sigo amándola, pese que hace dos años que no la veo ni se nada de ella.