viernes, 18 de mayo de 2012

Ansiosa redención.

  Si, la frágil y castigada muchacha estaba atada e inmóvil a la fría y mugrienta columna. Sus pechos ensangrentados por la cólera de su redentor, colgaban desde ese espeso y lujurioso cuerpo cubierto por esa capa de sangre que no paraba de brotar. Toda su carne había sido vilmente castigada.                                         


En aquella oscura y lúgubre habitación, su redentor, encapuchado y con su rostro lejos del alcance de la vista de su víctima en proceso de redención, se acercó con sus pesados pasos. Ella sentía como ruido de las enormes botas acercarse mas y mas.

Nuestro amo y señor tomó una de sus manos encadenadas y depositó sobre ella una tierra azul. Con su otra mano, el dueño de todas las almas decidió sentir el tacto de su desgarrada vagina. Si, los genitales externos se encontraban completamente destrozados por aquel filo oxidado que yacía a sus espaldas. Cuando probó la sangre vaginal, se volvió loco de placer. 


Unos minutos mas tarde, el polvo depositado en la delicada palma de la muchacha comenzó a hacer efecto: la sangre que cubría la vagina comenzó a tomar un color marrón amarillento. Si, aquella sangre vaginal que brotaba lentamente se estaba convirtiendo en vómito: vómito de animales torturados.



Aquel vómito era la lubricación perfecta para que pudiera parir a la criatura del mal. Si, mientras la mujer sentía como la vomitada vagina se quemaba por el propio vómito, 4 cadenas se abrieron paso entre los lastimados labios vaginales. Dichas cadenas se elevaron y cubrieron su cuello delicado.


El señor envuelto en aquella misteriosa túnica contemplaba su plan hacerse realidad. La mujerzuela había asistido a él en busca de una supuesta salvación. Después de todo, él le había proporcionado la redención en forma de un flagelo carnal.

Pues estas cadenas apretarían su cuello en presencia de algún signo religioso. Si intentaba tirar de estas cadenas que salían de su vagina, su útero se desgarraría y además se generaría una cascada de ácido sulfúrico capaz de pudrir todo su organismo en cuestión de segundos.


Si, actualmente su alma junto con su ensangrentado cuerpito estaban destinados a pasar toda la eternidad bajo las cadenas del infierno, y solo la inmolación en frente de una monja con los pezones sangrando podría generar el deterioro de esas cadenas pesadas. Pero la hemorragia de aquellos pezones debía ser producida por un rosario cubierto alfileres extraídos del ano de un auténtico satanista experimental.


Nuestro redentor la desató, y cuando ella fue separada de la columna, su cuerpo simplemente se desplomó en ese suelo lúgubre mientras aquellas largas y pesadas cadenas se dedicaban a apretar las extremidades para obstruir la circulación sanguínea.


El temible redentor se alejó, dejándo allí a aquella muchacha torturada y flagelada, mientras imaginaba un mundo sin represiones religiosas, sin prejuicios, con una libertad sexual que nadie imaginó jamás.

Hacía mucho que no se divertía tanto con un cuerpo virgen,



Espero que se exciten tanto como yo en este relato.                                                                                                

lunes, 23 de abril de 2012

Horror vaginal con Anabela.

Anabela se disponía a realizar algo inhumano para lograr la atención de su amado: vomitar milanesas en la cara de su amor a través de su vagina. Una entidad invocada por el africanismo le indicó que cuando el vómito vaginal tomara contacto con sus mejillas y su frente, él caería rendido a sus pies y unas espinas amargas con azúcar impalpable saldrían de sus pezones.

Anabela no pudo resistirse a esa imagen y siguió cuidadosamente las instrucciones marcadas por la dudosa divinidad morena. Lo tenía frente a ella atado, desnudo e inmóvil....Sus manos temblaban de terror y sus labios solo podían entonar un suave susurro de socorro. 



Inyectó un poco de materia fecal de un mono mandril diluida en leche descremada y vodka justo por encima de su pene, en una zona repleta de bello púbico. Al cabo de unos segundos su cabeza se echó hacia atrás y una sustancia líquida, negra y con olor a fetos decapitados comenzó a emanar de sus fosas nasales.

Lo colocó con cautela en un tubo de ensayo y lo bebió. Si, anabela por fin había tomado el néctar del africanismo. Apenas terminó de tragar la última gota, un intenso dolor en su estómago la dobló de rodillas. Dolorida y con sus piernas pesadas como barriles de rabas de Indonesia, se subió a un silla, se bajó la ropa interior y con su vagina apuntó hacia la cara de nuestro joven y hermoso muchacho.

En el momento de máximo dolor estomacal, un gran flujo de aquella sustancia marrón claro salió disparada de aquella cavidad vaginal, impactando en las facciones descubiertas del humillado joven.



Un grito de dolor salió de la voz del hombrecito, ya que la vomitiva sustancia había demacrado su cara. Entre sollozos y maldiciones, anabella tomó su cabeza y besó los vomitados labios. De manera simultánea comenzó a apretar sus pezones.

Pero el azúcar impalpable nunca salió. En lugar de ello emanaba edulcorante. Pues si, aquella presencia no era una entidad africana, era simplemente un duende suizo que buscaba interactuar con una mujer.




Recuerden que los amo.