lunes, 23 de abril de 2012

Horror vaginal con Anabela.

Anabela se disponía a realizar algo inhumano para lograr la atención de su amado: vomitar milanesas en la cara de su amor a través de su vagina. Una entidad invocada por el africanismo le indicó que cuando el vómito vaginal tomara contacto con sus mejillas y su frente, él caería rendido a sus pies y unas espinas amargas con azúcar impalpable saldrían de sus pezones.

Anabela no pudo resistirse a esa imagen y siguió cuidadosamente las instrucciones marcadas por la dudosa divinidad morena. Lo tenía frente a ella atado, desnudo e inmóvil....Sus manos temblaban de terror y sus labios solo podían entonar un suave susurro de socorro. 



Inyectó un poco de materia fecal de un mono mandril diluida en leche descremada y vodka justo por encima de su pene, en una zona repleta de bello púbico. Al cabo de unos segundos su cabeza se echó hacia atrás y una sustancia líquida, negra y con olor a fetos decapitados comenzó a emanar de sus fosas nasales.

Lo colocó con cautela en un tubo de ensayo y lo bebió. Si, anabela por fin había tomado el néctar del africanismo. Apenas terminó de tragar la última gota, un intenso dolor en su estómago la dobló de rodillas. Dolorida y con sus piernas pesadas como barriles de rabas de Indonesia, se subió a un silla, se bajó la ropa interior y con su vagina apuntó hacia la cara de nuestro joven y hermoso muchacho.

En el momento de máximo dolor estomacal, un gran flujo de aquella sustancia marrón claro salió disparada de aquella cavidad vaginal, impactando en las facciones descubiertas del humillado joven.



Un grito de dolor salió de la voz del hombrecito, ya que la vomitiva sustancia había demacrado su cara. Entre sollozos y maldiciones, anabella tomó su cabeza y besó los vomitados labios. De manera simultánea comenzó a apretar sus pezones.

Pero el azúcar impalpable nunca salió. En lugar de ello emanaba edulcorante. Pues si, aquella presencia no era una entidad africana, era simplemente un duende suizo que buscaba interactuar con una mujer.




Recuerden que los amo.