martes, 27 de septiembre de 2011

Destrozada en la cripta.




Necesitaba a toda costa poder establecer contacto con esa piel. Su calor, su color, su contextura me enloquecían de manera enfermiza. Había esperado mucho tiempo. Mis genitales ya no podían aguantar mas. Mi organismo necesitaba con lujuriosa desesperación esparcir el semen sobre su carne castigada y flagelada. Introducir mi miembro en un cuerpo envuelto en cortes y hemorragías, mientras un olor pútrido proveniente de unos huesos añejos invade con violencia mis fosas nasales era algo mi alma no podía resistir. Pues aquello no era un maritirio común y corriente; una oscura presencia me ayudaría a lastimar con fervor los pechos de esta atormentada mujer.

Con las pesadas cadenas colgando de mis brazos y mis oscuras botas caminaba por el humedecido suelo en el que ella reposaba. Dormía desnuda con su espalda apoyada en unos viejos azulejos ennegrecidos por la mugre de aquella habitación. Con lentitud me acerqué y tomé su cabeza; luego la acosté en el altar.

A mi derecha se encontraba el codiciado cajón: en él había una vasta colección de huesos humanos extraídos de señoras ancianas. Pues habia pactado penetrarla compulsivamente con huesos humanos para poder prolongar el estado de exaltación en el que me encontraba. Dicha excitación era proporcionada por la disposición de un ente infernal en la zona de mis genitales. Pero para hacerlo ilimitado el Señor de las infinidades oscuras necesitaba que un cuerpo virgen sea lastimado y humillado para luego sumergirlo en las vastas disciplinas del placer infringindo. Solo asi se podía acceder a la exaltanción infinita.


Se encontraba ella completamente atada al altar, desnuda e inmóvil y sumida todavía en un profundo sueño. Comencé a lubricar sus pechos con un líquido marrón semejante al vómito humano con un intenso olor a descomposición

Apenas se despertó, introduje con fuerza una navaja en su rostro....los gritos no tardaron en aparecer..estaba completamente loco, no sabía lo que hacia...sus mejillas se convirtieron en un mar de cortes de los que fluían flujos incesantes de sangre. Me acercqué y la obligué a besarme mientras acariciaba su vagina, que con el dolor se había humedecido. Pude sentir sus labios lubricados con su propia sangre. Eran una delicia.

Tomé la perforadora y comencé a cortar con intensa vehemencia su zona abdominal, imaginando que en ese vientre se encontraba un feto al que podría descuartizar con alegría y satisfacción. Seguía gritando, y esta vez las lágrimas se entremezclaban con la sangre de su rostro....Ahora agarraba el martilo y me disponía a romper su tabique, para que rápidamente la sangre fluyera de su nariz y continuara manchando aquel rostro hermoso.



Completamente enloquecido por aquel sufrimiento, tomé el fémur extraído de la anciana y comence a introducirlo compulsivamente en su vagina, generando al instante una intensa hemorragia vaginal. No podía gritar ya mas fuerte, y el fémur seguía desgarrando su vagina.

Minutos después introduje mi pene para poder sentir su ensangrentada vagina. Fue entonces cuando mi cuerpo dejó de responder a mis instintos sexuales y comenzó a moverse por su propia cuena, guiado por la divinidad infernal. Me colocó sobre ella, abrió mi boca y expulsó de ella una sustancia viscosa y marrón sobre su cuello. Aquello parecía vómito, pero tenía olor a materia fecal. Sin embargo, no era ninguna de las dos cosas. El líquido enrarecido ocasionaba profundas quemaduras a medida que se esparcía por el cuello hermoso. Pero las quemarudas la enbellecían.

Un círculo de fuego nos rodeó; y doce figuras oscuras de mujer de mujer nos observaban detrás de aquel círculo. Se reían y gritaban algo que mi mente no era capaz de comprender. Ella, agonizando por el dolor infringido, cerró sus ojos y yo mordí su cara castigada para ser bendecido con su carne femenina.


El fuegó se disipó, las figuras desaparecieron y la deidad oscura me lanzó contra la pared mas cercana sin ocasionarme ningún golpe. La vos de un teletubi me dijo que me amaba.

Quedé sumido en la oscuridad hasta que recobré el conocimiento. Ya estaba infectado. Mi alma estaba bajo su dominio y sus placeres estarían conmigo hasta el fin de los tiempo.


Los quiero mucho. A ustedes y a los teletubies.



martes, 9 de agosto de 2011

Senos muertos de aquel cuerpo vivo.






En una fría noche de junio, me había despertado abruptamente luego de haber padecido un sueño desordenado e incoherente. Nervioso y transpirado, trataba de descifrar aquella extrañan visión reproducida durante mis horas de descanso. En la descabellada experiencia nocturna, lo que había presenciado era extrañamente excitante: tan solo veía una luz blanca. Una voz potente, masculina y seductora me dijo “Hola. No entendés nada ahora. Pero en algún momento un viejo te va a explicar todo. Y no es el viejo de la papa.”







Pasaron días y semanas, pero la explicación del contacto con aquel desconocido nunca apareció. Hasta que hace unos días finalmente aconteció.







Eran las 11 de la noche de un domingo. Estaba esperando el colectivo. Una dulce anciana con los pechos caídos estaba al lado mío. Ahí comenzó todo.







Ella, con la mirada clavada en las fría sucia vereda, comenzó a hablarme con una vos temblorosa y grave. No parecía la voz de una anciana.







“Cállate que te tengo que decir todo. Si el colectivo viene antes de que termine, me toca suna nalga.







No tuviste un sueño, viviste el futuro. Fue una visión.”













Y comenzó a relatarme el fragmento futuro que supuestamente había presenciado en mi sueño macabro.










“Ella estaba sentada. Sentada y desnuda. Unas fuertes cadenas ataban sus miembros superiores e inferiores. Su cuerpo era delicioso. Estaba lista para ser castigado por nuestro señor luciferiano. Cubierto con una túnica negra, dejando tu rostro sumido en la oscuridad de la capucha que cubría su cabeza rasgada, te aproximaste a ella con un texto escrito en alguna lengua extraña. Pronunciaste unas palabras, y sentiste en tu pecho como un ardor profundo te inundaba los pulmones. Sentiste un agudo dolor, pero al mismo tiempo una intensa excitación, al punto de erguir completamente tu pene. Sin entender que sucedía, los labios de tu comenzaron a moverse involuntariamente para leer en voz alta ese raro pergamino. Nuestro señor Lucifer se había infiltrado en tus vías respiratorias. Ahora podía controlar tu cuerpo. Era necesario para cumplirte tu deseo.







La lectura despertó a la joven muchacha. Apenas recobró el conocimiento comenzó a gritar. No entendía nada. Cuando terminaste de leer, una extraña luz apareció detras del hermoso pelo de la dama y te abalanzaste sobre su vagina. Abriste sus piernas con furia y despeserado succionaste su vagina por varios minutos. Ella se resisitía, y entre sollozos se le escapaban algunos gemidos. A pesar de su resistencia, era incapaz de ocultar que a su cuerpo le gustaba. Después de unos minutos, la luz se intensificó y un líquido verde comenzó a emanar entre sus labios vaginales. Eso demostraba que Nustro Señor Luciferiano había logrado ingresar en su cuerpo para poder corromperlo por dentro. Ella comenzó a moverse violentamente. Un insoportable dolor se apoderó de ella. Tu la desataste y la tiraste al altar oscuro. Luego comenzaste a besarla fuertemente. Te encantaba sentir como su cuerpo se pudría por dentro, amabas ser testigo de su martirio, estabas enloquecido por el terrible castigo que sus órganos sufrían. Es que el diablo, una vez dentro del vientre, le encantaba azotar con furia aquellos tejido tan llenos de vida.







De su vagina seguía emanando el líquido verde, pero ahora mezclado con un profundo flujo de sangre producto de las hemorragias internas. Un olor a excremento se había apoderado del lugar.







Mientras mordías con fuerza sus pechos (flagelados por dentro por intercesión del redentor oscuro), te indicó que procedieras con el siguiente paso. Tomaste un tubo de ensayo, que estaba caliente, y lo colocaste junto a su vagina. Inmediatamente cesó de fluir la mezclad e líquido verde y sangre, dejando entrever la superficie devastada de sus genitales. Segundos después, retiraste el tubo de ensayo y de aquella castigada vagina comenzó a emanar un nuevo fluido. El mas hermoso de los fluidos salía ahora por aquellos labios vaginales torturados.







Una gran corriente de vómito caliente emanaba fuertemente, justo por debajo de aquel intacto clítoris. Te pusiste loco al ver eso, y compulsivamente comenzaste a penetrarla. Si, sentir como tu pene se cubría de aquel espeso y caliente vómito a medida que la penetrabas te volvía loco. Unos minutos después, eyaculaste una buena cantidad de semen que se perdieron en las profundidades de la vagina vomitada.










Sus gritos durante la toda la violación habian ido aumentando gradualmente; al final eran casi insoportables. Extrañamente, la asquerosa sustancia había quemado su aparato reproductor.







Estaba quieta, inmóvil. Con una ráfaga de viento, el demonio abandonó su cuerpo putrefacto y corrompido por dentro. El ardor comenzó nuevamente. Pero esta vez aconteció en las nalgas. Si, ya estaba consumado el deseo. Ahora el señor Oscuro estaba en tu trasero para penetrar tu ano por tiempo indefinido. Pues ese era tu deseo: ser violado por la cavidad anal por toda la eternidad. Ahora tenías para siempre a un demonio llamado Mirtha Legrand para poder darte sexo anal hasta el dia del jucio final”



















La señora terminó su relato.....Me quedé estupefacto...







Llegó el colectivo, pero cuando me subí no volvía a ver a esa señora. Nunca mas.













Hola. Los quiero mucho.


jueves, 30 de junio de 2011

Puñalada vaginal.














Había sido vilmente engañana y ultrajado por la mujer que amaba. Era víctima de una manipulación perversa por el amor de mi vida para que ella pueda realizar su pacto. Ese pacto que le permitiría obtener el título universitario que tanto ansiaba.











Pero para realizar el acuerdo, debía proceder con una ceremonia muy especial. Cada detalle había sido minuciosamente planeado. Aquel diabólico viernes debía consumarse el acto protocolar.











Asi es como tontamente accedí a visitarla. Solo quería estar con ella, sin imaginar el profundo castigo que sufriría mi organismo. Cuando llegué, nos sentamos cómodamente a conversar en su cama. La besé, y sentí el tacto de su hermoso pelo. Acaricié sus piernas...











Cuando nuestros labios se separaron, sin saber cómo, perdí el conocimiento para luego despertar en aquella tortuosa pesadilla.











Al abrir los ojos, me encontré atado contra una pared fría y pegajosa, completamente desnudo y en una habitación completamente desconocida para mi. En frente estaba ella, en ropa interior. Intenté preguntarle que pasaba, pero rápidamente tapó mi boca con una cinta adhesiva....











Luego tomó un frasco, lo abrió....Un olor nauseabundo comenzó a emanar. Con aquel recipiente volcó un líquido frío sobre mi pene, generándome una erección al instante. El miembro me ardía profundamente, pero nunca había estado tan erguido, duro y parado. Se arrodilló y comenzó a comerlo con intensa furia. Los succionaba, lo lamía, lo besaba...podía sentir como lo saboreaba...Clavó su mirada en mi rostro y cerró los ojos...
















Al cabo de unos segundos lo volvió a abrir. Pero sus pupilas se habían dilatado. Sus ojos estaban completamente blancos.....Un extraño gemido surgía con su respiración agitada...Definitivamente estaba en presencia de aquella entidad superior de la que tanto me había hablado...











Pronunció unas palabras en alguna lengua desconocida para mi, y luego comenzó la parte mas escalofriante. Acercó su boca a mi pronunciado pene, y luego de unos segundos comenzó a vomitar materia fecal. Si, una intensa cantidad de excremento humano (o caca) en una forma cremosa (o semilíquida) de despositó sobre mi glande.











Estaba caliente, muy caliente. Pero estaba indefenso. No podía emitir ni siquiera un grito ayuda o compasión. Mi alma estaba destinada a presenciar como mis genitales eran castigados.
















La materia fecal líquida siguió surgiendo de su boca, cubriendo cada centímetro de mi quemado pero todavía erguido miembro. Mientras lo hacía, con una de sus manos apretó con fuerza mis testículos.











Con la otra mano tomó una cuchilla de pequeño tamaño y efectuó un corte en forma de cruz invertida en la zona abdominal con una precisión psicótica.











La sangre brotaba de la incisión en forma de cruz invertida y descendía hacia mi pija cubierta por toda esa capa espesa de caquita.
















Cuando terminó de vomitar aquella sustancia con una de sus delicadas manos apretó mi glande entremezclado con con sagre y heces humanas.











Ella se paró y me besó...dejando restos de excrementos en mis labios. Ese beso fue el mas delicioso que jamás había recibido de ella.
















Nuevamente se agachó e insertó con violencia compulsiva una navaja en mi ano, generando instantáneamente una intensa hemorragia anal. Luego mordió mi pene, haciendo que dispare un delgado chorro de sangre.











Tomó otro frasco para esta vez sumergir mis testículos en un amarillento líquido para finalizar el ritual....Ardía profundamente, pero mis intentos de gritar eran en vano.































Se puso nuevamente de pie, apagó la luz de aquella desconocida habitación y me dejó abandonado. Alli yacía mi cuerpo que rápidamente perdía sangre por la incisión perversa en forma de una retorcida cruz invertida.
















Mis genitales estaban completamente podridos, y ahora mis brazos y piernas se tornaban verdes.





















Y asi llegó el momento del fallecimiento, cuando la vida abandonó mi cuerpo para siempre dejando a mi alma condenada a una eterna violación sacrílega de Nuestro Amo y Señor Satanás. Los amo.

martes, 14 de junio de 2011

Desfigurada por el cuerpo virgen.






Nada podía comprenderse en medio que la niebla que bloqueaba mis sentidos. Simplemente me hallaba sentado, desnudo, en un piso frio y mugroso. Un profundo olor nauseabundo me dificultaba la respiración. No recordaba nada.







A los pocos segundos la encantada nube gris que me agobiaba en la desconocida habitación se disipó por completo, devolviéndome el sentido de la visión. Cuando mis ojos contemplaron la totalidad de aquella nefasta sala, el terror inmediato inhibió mi capacidad para pensar.







Paredes blancas con groseras manchas de sangre, una mesada con restos de algun animal y una especie de altar con 5 bebés muertos...En el suelo, a uno de los costados del altar yacía una mujer con el abdomen abierto, exponiendo una serie de órganos salvajamente desgarrados rodeada por un enorme charco de sangre.










Soportando el espantoso aroma de los cuerpos muertos, traté de acercarme a la muchacha que descansaba sin vida para darme cuenta de que uno de mis pies estaba atado a una de las paredes por una sólida cadena de acero.










Me quedé mirando fijamente al cadáver femenino cuando me pareció ver que se movía. Si, sus labios comenzaron a moverse...como si estuviera manteniendo una conversación con alguien....Repentinamente, un espeso humo negro comenzó a brotar de aquella boca semimuerta, generándose una difusa figura negra entre toda la oscura niebla.










Confundido y atontado, la figura se acercaba a mi.....coloco una de sus extremidades en mi boca. Se sentía frió...No sabia que era aquello que sujetaba con violencia mis labios.










Me soltó....y en seguida comencé a sentir un punzante dolor en la boca del estómago. Si, un dolor que me dobló en dos, retorciéndome en el piso. En medio de mis gritos, la oscura entidad rompió la cadena. Me tiró del pelo y me arrastró a hacia donde estaba el cuerpo de la destrozada mujer.







Ahora veía de cerca su abdomen abierto con sus órganos destruidos en un avazado proceso de putrefacción. Su asqueroso olor me asfixiaba.







Sujetando mi cabeza con mas fuerza, la colocó contra el agujero en la zona de su estomago. Mi cara ahora estaba siendo estrellada contra los maltratados restos de aquellos órganos. Podía sentir su cuerpo desgarrado apretarse contra mi rostro, dificultando seriamente mi respiracio. Estaba frío pero blando aquel cuerpo que impactaba contra mis facciones....










Empecé a sentir como mi boca se abría lentamente e ingresaba algo terriblemente caliente de tamaño mediano...No sabía que era, pero aquellos que emanaba del cadáver se adentraba cada vez mas en mi boca...










LLegó a mi garganta y comenzó a moverse....Mis ganas de vomitar no se hicieron esperar...Aquella cosa giraba y se retorcía mientras se lubricaba con el cálido vómito que invadía todo mi orificio bucal.







La extremidad de aquella figura se retiró de mi cabeza y todo mi curpo comenzó a prenderse fuego mientras el feto se adentraba en mi garganta. Si, lo que estaba tragando era un hermoso feto muerto, que adentraba en mi cuerpo para poder pudrirlo. Podía sentir, a medida que se rodeaba de vómito y penetraba en mi interior, como de a poco mis células se iban apagando, muriendo, dejando de existir.










El fuego, que había comenzado en mi cabeza, se expandió rápidamente a todo mi cuerpo.... En aquella desesperación mis ojos obtuvieron una última visión del mundo invadida por las llamas, mientras el difunto bebito me corrompía por dentro.

lunes, 6 de junio de 2011

Descompensación cerebral.




Sus pechos sangraban. Si, delgados hilos de sangre se deslizaban por sus delicados pechos.








Una ténue luz iluminaba escasamente el lugar. Mi piel estaba completamente pálida y mis manos estaban cubiertas por una espesa capa de sudor. Mis sentidos, hipersensibles, eran violentamente invadidos por los estímulos emamados por aquel salón. Mi cuerpo estaba pesado y solamente podía moverse a través de movimientos torpes y lentos. Si, presentaba todos los síntomas de estar en comunión con Nuestro Señor Satanás.








Alli estaba la mujer de pechos sangrantes acostada y desnuda en el altar, inmovilizada por la invocación oscura. A su derecha yacía la copa con el humeante líquido cuidadosamente preparado para la ocasión.








Me acerqué. No podía pensar bien.....La punzante presencia maligna concentrada en mi columna vertebral impedía que en mi cerebro se generaran razonamientos levemente complejos. Sentí su suave piel, su caliente carne rozar mis sudorosas manos.








Ella lloraba. Tenía miedo. Dentro de su escandalizada alma, no podía comprender que sucedía a su alrededor. Me bajé los pantalones, dejando al descubierto mi pene erguido en medio de aquella fría noche, cuya oscuridad debilitaba cada vez mas la poca luz que permitia establecer el contacto visual.








Tenía que ingerir el líquido durante la penetración. Era importante seguir al pie de la letra las indicaciones incestuosas, de lo contrario podría sufrir lesiones mortales. Así, comandado por aquél conjunto de fuerzas sobrenaturales, separé sus piernas con fuerza y comencé a violarla, a penetrarla. Si, durante el coito no consensuado podía sentir a través de mi pene su dolor, su angustia, su desesperación.








Tomé el iluminado cáliz....y bebí aquella sustancia líquida de un solo trago. Su sabor amargo se esparció rápidamente por el interior de mi boca, generando una sensación de intenso ardor a medida que atravesaba mi garganta. Arrojé el caliz y seguí penetrándola, esta vez con mas violencia que antes. Segundos después, retiré mi pija de su orificio vaginal, eyaculando una enorme mancha gris sobre su abdomen.








Jadeando y con el ritmo cardíaco muy acelerado, obserbé con asombro lo que acababa de expulsar de mi aparato reproductor. Asombrado, mientras me recuperaba del acoso encabezado por el demonio, miré a la sustancia grisácea moverse en aquella suave y delicada piel. Se desplazó hacia el norte depositándose en su hermoso rostro. Ahora le tapaba la frente, los ojos y parte de su bella nariz, asfixiándola de forma parcial.








Era el momento de proceder con el rito. Con gran torpeza me acerqué a su cara invadida por la eyaculación gris, y de mi túnica saqué el crucifijo preparado especialmente para esta noche. Lo apoyé sobre el semen oscuro que cubría sus facciones, y una reacción increíble se produjo. Apenas el crucfijo entró en contacto con aquella zona, un incesante dolor comenzó a retorcer a la hermosa víctima. Si, la cruz maldita estaba quemando aquella carita llena de amor. El extraño fluido gris se evaporaba a medida la quemadura en su cara se profundizaba.....








Sus labios, su nariz, sus párpados, ahora eran simplemente restos negros de una piel completamente desgarrada y quemada por el calor inerte del infierno. Cuando terminó aquel calvario, observé como había quedado su cráneo. Y entonces comprendí que sumergida en aquellas quemaduras era mas hermosa que nunca. Pero no podía deternerme a cotemplar su belleza, tenía que seguir con el pacto, con la devolución espiritual.








Me acerqué a su vagina. Introduje mis dedos entre aquellos labios vaginales hermosos. Después de varios minutos de estimular con mi dedos su cavidad vaginal, mis dedos sintieron al introducirse algo duro de forma impredecible. Introduje la mano izquiera un poco mas adentro del aparato reproductor. Cuando logré tomar con cierta flaqueza aquella cosa, saqué rápidamente mi mano, extrayendo una cadena que desgarró profundamente su vagina y generándo instantáneamente una hemorragia vaginal intensa.








Aquella cadena extraída de la vagina no era una cadena normal. Estaba hecha por pequeños huesos de un bebé en estado avanzado de gestación, que proporcionaba increíbles propiedades mágicas a la persona que lograba extraerla. La dejé en el piso, y me tiré arribe de ella, apoyando mi cabeza sobre su podrida cara. Le dije que la amaba, que era hermosa, que no se preocupe. Le comenté que todo iba a estar bien, que pronto moriría y sería vinculada a un incesante tormento por el resto de la eternidad con nuestro Señor Satanás.








Mordí con fuerza su cuello, dejando que un flujo de sangre fluya. Me dediqué entonces a besar el lugar donde antes se encontraban sus labios, y que ahora se limitaban a ser los rsetos de una boca destrozada por el destello del inframundo. Besé su frente mientras se desangraba, me levanté y me colgué la cadena alrededor del cuello.








Este elemento traía increíbles dones y beneficios para el que la conseguía y ademas garantizaba una estadía eterna de la víctima en las oscuras moradas del infierno. Era la cadena de la condena infernal. Si, la oportunidad que poseía el ser humano de condenar a alguien para siempre.

viernes, 13 de mayo de 2011

Agobiada por el crucifijo caliente.






Estaba sentado en la cama nervioso, sudado y atormentado entre la oscuridad que invadía el cuarto. En aquella habitación sumergida en la absoluta penumbra desperté con violencia estallando en una seria crisis nerviosa. El sueño proyectado en mis horas de descanso me había hundido en un serio estado de conmoción. Consistía en un conjunto de imágenes lujuriosas de tal detalle que me hicieron creer que había sido real.







Los sucesos acontecidos durante aquel macabro sueño eran horribles pero a la vez excitantes, lujuriosos y sacrílegos. Mi alma había quedado devastada. Procedo entonces a describir esos momentos irreales que perturbaron mi mente durante aquella oscura y lluviosa madrugada.










Me encontraba en un patio frente a un altar. Una túnica negra de cuera cubría mi cabeza, hombros y llegaba hasta mi cintura. Dicha túnica era la unica vestimenta que tenía. Miré el suelo frío que descanbasa debajo de mis pies descalzos y observé con atención que mi pene estaba erguido. La erección llamó mi atencion por las bajas temperaturas del lugar.







Levanté la vista hacia el altar al escuchar una respiración femenina. Allí se encontraba una mujer embarazada, desnuda y atada al altar con unas fuertes cadenas que inmovilizaban sus miembros superiores e inferiores. Me acerqué con lentos pasos y pesados. No sabía bien porque estaba alli ni quién era esa mujer.







Al lado del altar se encontraba una mesa pequeña con instrumentos cortantes como cuchillos, navajas, tijeras y un enorme crufiijo de hierro de un color rojizo. Cuando me detuve al lado de la mujer, una presencia fría se posicionó entra la dama y yo. Era una figura negra, de la cual no podía distinguir su rostro, pero al hablar emitía un aliento verde todavía mas frío que su lúgubre presencia.







Me ordenó que comenzara el ritual que habíamos pactado y me comentó que ya era tarde para arrepentimientos. Que por las próximas horas mi cuerpo no obedecería a las ódenes emitidas por mi mente, sino que actuaría por si solo, como si fuera en ente aparte. Ésas eran las reglas del juego.










Cuando hubo finalizado su discurso desapareció sin dejar rastro alguno. La mujer (que hasta entonces había estado sumido en un estado de atontamiento), me preguntó con quien hablaba. Aparenteme no había escuchado ni visto a la presencia sombría.










Cuando empezó a exigir que le dijera donde estaba, que estaba sucediendo y quien era, mi cuerpo comenzó a moverse por si solo, tal como había establecido aquella deidad macabra.







Mi mano derecha tomó un cuchillo severamente afilado y se insertó en una de sus blancas y calientes muñecas, liberando un intenso flujo de sangre acompañado por un grito desgarrador. En seguida, mi otra mano comenzó a cortar sus piernas por arriba de las rodillas. Las laceraciones eran abudantes y la sangre caliente lubricaba rápidamente ambas piernas. Ella continuaba gritando, exigiendo que me detenga, que la dejara en paz, que ya no la atormente. Pero ella no sabía que mi movientos eran involuntarios. Estaba encerrado en un cuerpo que torturaba a una mujer embarazada. Mi cabeza se acercó a su rostro y mis labios la besaron con vehemencia, pese a su resistencia. Pude percibir como, a pesar de sus gritos y el carácter atormentado de su alma, que su cuerpo disfrutaba de mis ataques hacia su carne. Si, aunque mentalmente estaba desgarrándose, a su cuerpo le encantaba.







Un aliento frío en mi nuca me indicó que era el momento de finalizar el tratamiento infernal. Agarré con rapidez aquel crufijo de gran tamaño. Estaba rojizo por lo caliente que estaba. Sin embargo, mi mano no se quemó al agarrarlo.










Lo coloqué con violencia sobre su vientre hinchado en donde descansaba el inocente bebé. Los gritos esta vez fueron mucho mas intensos, mientras su piel se ennegrecía por las quemaduras irreversibles. Una voz salio de mi boca vocifereando que el calor era para satanizar el parto en nombre del señor tenebroso. Después de varios azotes en su vientre con el hierro hirviendo en forma de crucifijo, la mano que tenia el instrumento ceremonial se acerco a la zona vaginal.







Con gran excitación comence a inserta el cucifijo caliente en el orificio vaginal, deteriorando por completamente los labios vaginales por el calor del material. Ahora gritaba mas fuerte aún. Tapé su boca con al otra mano y continué violándola compulsivamente.







Luego de unos instatnes lo solté, dejándolo insertado en vagina. Miré al cielo y alzando las manos comencé a recitar unos versos en una lengua para mi desconocida. Allí ocurrió el milagro. Ella abrió su boca y con excitación expulsó algo que no pude divisar inmediatamente. Esa cosa se estrelló en la pared, dejando una mancha de sangre. Cuando cayó al piso me acerqué para mirarlo detenidamente. Era el cuerpo de un bebé con una mancha en la frente. Lo agarré con una mano y con otra me corté la punta del pene con una navaja, expulsando una mezcla rosa de sangre y semen en la frente del niño. Aquella mancha tomo la forma de un pentagrama invertido de color blanco.




Desperté, completamente desquiciado por lo que acababa de vivir.

miércoles, 6 de abril de 2011

No podía mas.



Si. No. No puedo mas.



Hace 4 días que vengo teniendo el mismo sueño. El mismo enloquecedor y excitante sueño. Es una pesadilla llena de lujuria. Pero una pesadilla al fin. Tengo que acabar con esto (en todo sentido).



Van 4 noches que sueño con ella. En aquella lúgubre pesadilla, me encuentro sumido en un oscuro ambiente. En el centro de la mal iluminada habitación, recostada en altar negro con velas en los extremos, se hallaba ella completamente desnuda. Desnuda e indefensa. Miraba para todos lados, asustada. Intentaba en vano levantarse, pero la firmeza de las cuerdas impedía que se moviera mas de unos cuántos centímetros.




Por alguna extraña razón no podía verme, pese a que estaba parado a unos metros de ella. Titubeaba y emitía pequeños gritos y algunos sollozos profundos salían expulsados de su garganta cargados de angustia y desconcierto. Su preocupación invadía los desconocidos rincones del lugar.




Me acerqué.....Comencé a tocarla. Ella sintió mi mano. Pero seguía sin verme. Comencé a masturbarla violentamente. El contacto con su vagina me había excitado todos los sentidos. La visión comenzó a tornarse borrosa.



Un intenso frío penetró en mi pecho al tiempo que la llama de mis dedos recorría sus labios vaginales. Al lado del altar había una mesita tapada con un mantel. Lo quité con vehemencia y descubrí alegremente una serie de cuchillos, navajas y demas elementos cortantes.



Agarré primero una pequeña pero muy afilada navaja suiza. La pase por su cuello. Ella temblama de terror. Podía ver la navaja pero no la mano que la controlaba. La besé mientras con fuerza realizaba un violento corte en la zona abdominal. En seguida comenzó a brotar un flujo de sangre entre la desgarrada piel.



Tomé un frasco y eparcí la orina arriba de la herida. Si, la orina de una mujer desnutrida debía mezclarse son su sangre para completarse la prestación. Después de todo, ese era el requisito para recibir las propiedades milagrosas de una tranfución sanguínea del demonio.



Sumido en un profundo nerviosismo y lleno de una rabia incontenible, de a poco sentia como el frio dentro de mío iba siendo reemplazado por un calor intenso y placentero.



Ahora que el paso importante estaba hecho, podía disponer como quisiera de aquel cuerpo ensangrentado. Con violencia comence a cortar las zonas circundantes a la vagina, degando sus genitales intactos. Con una mano introduje mi pene en su boca, llegando hasta las profundidades de su boca. La quité con placer. Tenía que dejarla vomitar. Luego de lubricar mis testiculos llenos de semen con su agradable vómito anaranjado, comencé a descargar toda mi ira cortando, mordiendo y penetrando su vagina. Los cortes vaginales eran hechos con un cuchillo mas grande.




Derramé mas orina sobre la hemorragia vaginal, para logar una mayor estimulacion nerviosa de mi aparto reproductor. Ella sufria, gritaba y en medio de una profunda angustia le pedía misericordia a alguien que no podía ver.




Eyacule sobre su vagina cortada, y para terminar con todo utilicé el martillo que cuidadosamente me habían indicado. Lo acerqué a su nariz y violentamente le destrocé la cara. Pegué y pegué hasta que su cara se hundió en su cara, poniendo fin a una vida de tormentos lujuriosos en presencia de nuestro señor satanista.

sábado, 5 de marzo de 2011

Motivado por la aberración.






Estaba atontado y confundido. Mi cabeza daba vueltas. El lugar oscurecido entorpecía mis movimientos. Era de esperarse.





Mis sentidos estaban mas sensibles de lo normal. Mi cuerpo no aguantaba mas. Esperaba culminar aquella ceremonia. Estaba alterado y nervioso. Me acerqué con mis piernas temblorosas al altar en donde se encontraba el cuerpo que iba a degustar. En esta ocasión se trataba de una dulce anciana, indefensa y completamente desnuda. La llama de mis dedos comenzó asentir aquella piel arrugada y gastada por el paso del tiempo. La dulce señora estaba asustada, con la mirada perdida. Lloraba de los nervios. Agarré su boquita y le pedí que callara.....que me hiciera caso, que todo estaba por terminar.





Con mis manos llenas de sudor y nerviosismo, tomé el martillo....Hacía rato que ansiaba sentir el crujido de sus huesos débiles, de escuchar sus grititos de dolor (o de placer), de su deliberado pedido de piedad. No podía moverse, y al ver mi martillo ponerse en posición su delicada piel adquirió un tono pálido en cuestión de segundos. Esto no solo era parte de mis gustos pervertidos, si no que era la antesala a la prestación espiritual.





Con golpes secos y no muy fuertes, empecé a quebrar sus huesos mas largos....El fémur, la tibia, el peroné, el húmero, cúbito, radio....Luego procedí a destrozar las falanges de sus pequeñas manos....





Al cabo de un rato, era simplemente una piel pálida lleno de huesos destruidos. No podía mover sus miembros inferiores ni superiores. Los fragmentos óseos estaban encerrados bajo su piel, perdidos entre sus órganos y sumergidos en su añeja sangre.





El calor en mi frente y el repentino temblor en mis hombros me señalaron que era momento de proceder al siguiente y último paso. Las náuseas comenzaron a invadirme...Me coloque junto a ella y miré fijamente su ombligo. El ardor en mi cuello se torno insoportable hasta que por fin, de mi boca salió expulsado.













El feto había salido con fuerza de mi boca, como un proyectil. El cuerpo pequeñito cayó en sobre arrugado abdomen. Si, una de concesiones de la prestación del alma era la habilidad de poder vomitar fetos humanos. Los gritos de terror de la anciana invadieron todo el oscuro recinto. Agarré el feto por los piecitos y coloqué su cabeza en dirección a su vagina. Todavía estaba caliente. Con su cabecita comencé a ejercer presión para que se adentrara a través de sus labios vaginales. Su diminuto cráneo empezó a lastimar la superficie vaginal....Con mayor fuerza continué empujando al cuerpitos in vida. El dolor para la mujer era insufrible, terriblemente fuerte. De aquel vientre del que antes había salido la vida, ahora ingresaba la muerte. Cuando introduje gran parte de su cabecita procedí a vomitar sus senos.







Me acerqué a su cuello y produje un corte en garganta. Introduje mi pene en la pequeña herida. Al cabo de un rato, mi pene se bañó de su sangre y la mujer murió de la hemorragia vaginal producida por un feto, por un aborto, por la muerte. Adentrando el pito en su cuello, logré acabar placenteramente en aquel cuerpo sin vida.





Me acosté con la señora, quedando rapidamente cautivado por su olor. Otra característica de aquel ritual era la de acelerar el proceso de putrefacción. Pegué mi nariz a su pecho hasta asfixiarme con su aroma mortuorio.